¿A qué llamamos una alimentación saludable?

Todo el mundo está hablando de alimentación saludable, de comida libre de gluten y azúcar, de grasas trans y otros menesteres, y vos: ¿qué? A no desesperar porque, como todo en la vida, se trata de aprender y tomar decisiones informadas.

Cada persona tiene necesidades nutricionales específicas de acuerdo a su edad, nivel de actividad física, estado de salud, etc. Por eso, no hay forma de que un único plan de alimentación resulte óptimo para todas las personas, mucho menos si éste tiene restricciones de algún tipo. Sin embargo, la Organización Mundial de la salud, desarrolló una serie de preceptos básicos que tienen como fin evitar las enfermedades no contagiosas y proteger la salud de la población en general. Estos lineamientos han ido evolucionando con el tiempo y se han adaptado a los cambios que atravesamos como sociedad.

Las últimas décadas han visto una aceleración en las rutinas diarias, un aumento en el tiempo que se está fuera del ámbito del hogar e, inevitablemente, el desarrollo de tecnologías en la industria de los alimentos. La combinación de estos factores redundó en el consumo masivo de productos procesados y un deterioro generalizado de la calidad de la dieta.

 

Si bien el sentido común debería guiarnos al momento de armar nuestros menús y decidir cómo alimentarnos, no siempre es sencillo. Estas consignas básicas fueron desarrolladas por la OMS a partir de las investigaciones llevadas a cabo por universidades y organismos públicos. Insistimos en que el fin es dejar en claro las cantidades mínimas y máximas recomendadas de aquellos productos que tienen mayores efectos en la salud, y tienen como sujeto a un adulto saludable. Los lactantes, niños  personas con condiciones especiales deben consultar aun profesional.

Una alimentación saludable debe contemplar lo siguiente:

  • Consumir 5 unidades (400 g) de frutas y verduras al día. Los tubérculos como las papas y las batatas no cuentan.
  • Consumir cereales integrales, frutos secos, legumbres, frutas y verduras sin procesar.
  • Limitar el consumo de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria total. Las grasas deben ser preferentemente no saturadas, como el aceite de pescado, la palta o los frutos secos. Deben evitarse la mantequilla y otras grasas animales.
  • Limitar el consumo de sal a menos de 5 g diarios.
  • Limitar el consumo de azúcar a menos del 10% de la ingesta calórica diaria total.

 

En cuanto a las recomendaciones para aplicar estos lineamientos, señala:

  • Incluir verduras en todas las comidas
  • Consumir frutas y verduras como aperitivos y colaciones
  • Elegir preferentemente frutas y verduras de temporada
  • Separar la grasa de las carnes antes de cocinarlas
  • Utilizar aceites vegetales y preferir la cocción al vapor o al horno antes de la fritura
  • Evitar el consumo de alimentos procesados con grasas trans
  • Reducir el consumo de productos procesados altos en grasas saturadas (helados, cremas, snacks)
  • Elegir productos bajos en sodio
  • No colocar el salero en la mesa
  • Evitar el consumo de bebidas azucaradas

Tal vez muchos de estos consejos parezcan obvios, pero su aplicación constante puede marcar una gran diferencia en la calidad de nuestra dieta. Desde Bazar de la Esquina pensamos recetas que se adapten a las rutinas más ajetreadas y a los cocineros más inexpertos. Los invitamos a transformar su vida mediante la alimentación.//

 

 

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